domingo, 27 de febrero de 2011

Corte.

La habitación es pequeña.
Un colchón tirado en el piso, desnudo.
Las ventanas tapizadas, sin un atisbo de luz.
Las paredes escritas, tachadas, manchadas por la humedad.
Ella está acostada sobre el piso, con una mano apoyada sobre el borde del colchón.
La luz centralizada en su brazo izquierdo.
Se oye un pequeño murmullo y agua que corre sin dirección.
Martina tiene los ojos cerrados.
Su brazo débil intenta moverse, pero queda quieto en su lugar.
No duerme.
Pesa el deseo ajeno sobre sus hombros.
Retumba un grito apagado.
Nunca serás lo suficiente buena para satisfacer sus imperfecciones.
El amor como símbolo de pertenencia.
Martina intenta llorar pero no entra en el presupuesto
El eco del ayer no retumba
La luz se apaga lentamente
El murmullo se ríe pero no es natural
El sonido del agua crece hasta convertirse en un océano
Martina no se ahoga porque sabe nadar
Aunque ahora si esté dormida.